Hace unos dias que el tiempo es horroroso y no apetece salir para nada y menos a mi que no me gusta mucho salir de todas formas.
En lugar de ponerme a trabajar en un amigo invisible que tengo pendiente se me ha ocurrido prestarle un poco de atención a un pequeño invernadero que compré hace al menos cuatro años y el pobre lleva aparcado desde entonces, haciendo precisamente de cobertizo, porque dentro había toda clase de cosas. Que desastre.
El suelo lo hice hace tiempo también, la parte central es pasta que endurece al aire color terracota, con una parte externa recortada del cartón de un coleccionable, para algo tenían que servir los cachivaches que voy guardando. No quedó muy allá, pero así se va a quedar, seguro que luego, una vez relleno ni se ve. O eso espero yo.
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